viernes, 20 de marzo de 2009

Sisterhood

Magda tenía la belleza de mamá, como así también su capacidad infinita para las ciencias humanitarias y un instinto infalible para la cocina. De papá había heredado el hoyuelo Parr en el mentón, una increíble inteligencia abstracta y una admirable determinación y seguridad de sí misma.
Magda era fascinante e intimidante. Yo me la imaginaba convirtiéndose en el próximo Premio Nóbel o como espía internacional. La creía capaz de cualquier cosa que se propusiese.
Obvio que no se lo dije nunca.
Hasta que un día me pareció absolutamente necesario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario