jueves, 12 de marzo de 2009

Parents

La relación con mis padres no fue mala. Tampoco fue fácil.
Si bien disentían en algunas cuestiones, ante nosotros se presentaban con un bloque. Como podrá notar el memorioso, había en casa dos bloques.
La patronal y nosotros. "Nosotros", mis hermanos y yo.
Mis padres tenían para cada uno un paquete de requisitos y expectativas, ideado y hecho a medida.
Y eran bastante inflexibles.
Mi madre había sido perfecta, por decir poco. Hermosa, inteligente, culta, buena cocinera, buena esposa. Todo parecía saber y hacer a la perfección. Y no esperaba menos de nosotros. Quizás haya sido tan exigente porque creía que teníamos el potencial para ser como ella, o incluso superarla. Quizás la razón de sus reproches fuera que no podía aceptar que no pudiéramos o quisiéramos ser como ella.
Mi padre, ideólogo de los paquetes que antes mencioné, diferenciaba a cada uno, y creía detectar nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades, así que la exigencia nunca era igual para todos en todo momento.
Sin duda, en quién tenía puestas todas sus expectativas, en contra de la tradicional mochila del primogénito, era en Magdalena.

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