jueves, 26 de marzo de 2009

Café con aroma a J.A.

Cuando cumplí los veintidós años y estaba a punto de recibirme, me encontré con José María, un amigo de papá, a la salida de la facultad. Él estaba por ingresar a dar clases, creo. Ya no estoy muy segura. Puede ser que estuviera preparando su tesis de doctorado.
Nos encontramos en las escalinatas. No lo veía desde hacía cuatro años, como mínimo. Me hizo las preguntas de rigor: cómo estaba mi madre, mi padre y mis hermanos, qué se sabía de Esteban ya que se había enterado de que estaba en los Estados Unidos, cómo iban mis estudios. Respondí una a una las preguntas. En algunas tenía casi la misma información que él, ya que con papá las vías de comunicación estaban prácticamente interrumpidas, por razones geográficas, políticas y emocionales.
Se interesó por el avance de mis estudios, me preguntó si estaba trabajando, a lo que le contesté que sí, que estaba dando clases. Recuerdo que percibí un pequeña sonrisa, vi como entrecerró los ojos, levantó una ceja, se inclinó hacia atrás, como queriendo observarme mejor y me invitó a que pasara mis ratos libres en su estudio.
Dije que sí, aunque me imaginé haciendo el café.

1 comentario:

  1. jajajajajaajja...

    julita, que casualidad hoy todo el mundo penso o escribio algo de mono ambientes.

    Cafe con aroma a jose maria..es increible como los olores identifican a personas o a momentos...

    igual escuche cada uno...

    besooo negri

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