lunes, 30 de marzo de 2009

Voyage, voyage (Continuación, parte III)

Y así, en Buenos Aires, tuve que buscar una nueva forma de conocer todos lugares. Y esa forma fue el cine.
La Dolce Vita, Jules et Jim (y otras películas de la Nouvelle Vague), Paris Je t'aime, 2 days in Paris, The Unbearable Ligthness of the Being. Con Rosellini pude ver un poco de Roma y de Berlín también. También ayudó Anónimo Veneciano de Enrico Salerno. La Segunda Parte de The Godfather. La trilogía de Krzysztof Kieslowski. Michelangelo Antonioni. Ettore Scola. Roman Holiday. Great Expectations (la de los años '40). The third man.
Y estas son sólo algunas películas y directores. Estas son las que se vienen ahora a mi mente. He visto una innumerable cantidad de películas con locaciones europeas. Por lo que ha sido una gran ayuda. Ir al cine me ha ayudado reconocer algunos lugares como si ya hubiese estado ahí.

Ahora con internet, sin querer sonar como una publicidad, ¡es mucho más fácil! Miles de fotos, de sitios turísticos. Existe Google Earth. Existen los vídeos online.
Europa sigue estando lejos, sí, pero ahora se siente un poco más cerca.

De todas maneras, no me arrepiento de esas decisión tomada hace casi seis décadas (por favor, ¡cómo se pasa el tiempo!).

domingo, 29 de marzo de 2009

Tanti Auguri

Ayer Isabel cumplió su primer año. Y toda la familia se reunió para celebrar la ocasión.
Isabel es la hija de Josefina. Isabel es la bisnieta de Esteban. Y es la menor de familia. Al menos en este momento.
Cuando la persona es tan chiquita (e Isabel es particularmente pequeña), la celebración no es para ella, ya que no tendrá recuerdos de la torta, de la vela que sopló, del feliz cumpleaños que se le cantó. Sus recuerdos estarán grabados en la innumerable cantidad de fotos y videos que ayer se tomaron.
Para nuestra familia, un cumpleaños es una excusa para la reunión. Y si bien somos una familia bastante grande y generalmente se dificulta que estemos todos juntos, ayer éramos muchos los presentes.
Estaban Matías y Juana, los hijos de Julia, que me dijeron que habían hablado con ella segundos antes de que yo llegase y que me había mandado un beso. Estaba Lilia con los chicos. Felipe y Alicia estaban también, pero no hubo señales de Alejandro. Carola fue con Vera. Todos los tíos de Isabel también estaban presentes.
El festejo se hizo en la casa de Felisa, abuela fanática si las hay, ya que el departamento de Jose (como le decimos a Josefina, por supuesto) es muy pequeño y no hubiera existido forma de que todos entrásemos, ¡menos con el calor de ayer!
Así que me fui en subte hasta el coqueto barrio de Recoleta, y a casi a todos.
Me costó elegirle un regalo para Isabel. ¿Qué se le regala a un ser humano de un año? Especialmente cuando el ser en cuestión tiene de todo. No le falta ropa, ni juguetes, ni accesorios. Creo que Isabel está en condiciones de ser vestida todos los días con algo distinto.
Decidí luchar el avance de musicales como Chiquititas, Rebelde Way, Patito Feo y todos esos programas estupidizantes y le compré un CD de canciones de María Elena Walsh, que fue lo que musicalizó por un rato la tarde. Todos cantaron y surgieron anécdotas de sus infancias. Fue delicioso.
Y así pasamos la tarde: cantando, comiendo torta, charlando... Y cumpliendo mi papel de la persona mayor de la fiesta (en contraposición con la diminuta Isabel), no pude dejar de notar y lamentar las ausencias...

viernes, 27 de marzo de 2009

Voyage, voyage (continuación)

Como dije antes, no tuve el placer de cruzar el Atlántico. Ni respirar el aire europeo que me fascinaba hasta el delirio.


Cuando tenía diecisiete años, mi estructura mental se vió sacudida. Una cadena de sucesos, que se extendieron en el corto plazo, hizo que me replanteara lo que quería de la vida y en la vida, con mi vida.
Y si bien quería conocer con desesperación muchos lugares del llamado "Viejo Continente", mi nueva forma de pensamiento modificó ese deseo.
Ya no sólo quería ir a recorrer Europa, sino que quería hacerlo con mi dinero. Quería juntar cada céntimo necesario para pagarme el pasaje y la estadía. Quería que el viaje fuera resultado de mi esfuerzo y no porque había tenido ¿la suerte? de nacer donde había nacido. Ni tampoco quería sucumbir ante la tentación Parr de la buen vida bajo determinadas condiciones.
Me di cuenta que el viaje de los veintiuno no era un regalo, sino una especie de soborno para seguir la línea Parr de seres humanos exitosos. Al menos yo lo sentía así en ese momento.
Por lo que, cuando cumplí los veintiuno, no sólo no hubo viaje, sino que ya no estaba viviendo en casa de mis padres y trabajaba en varios colegios simultáneamente para poder pagar el alquiler del monoambiente, que la tía Eli me dejaba a un precio que era una bicoca, y que sin embargo para mi implicaba horas y horas de trabajo.

jueves, 26 de marzo de 2009

Café con aroma a J.A.

Cuando cumplí los veintidós años y estaba a punto de recibirme, me encontré con José María, un amigo de papá, a la salida de la facultad. Él estaba por ingresar a dar clases, creo. Ya no estoy muy segura. Puede ser que estuviera preparando su tesis de doctorado.
Nos encontramos en las escalinatas. No lo veía desde hacía cuatro años, como mínimo. Me hizo las preguntas de rigor: cómo estaba mi madre, mi padre y mis hermanos, qué se sabía de Esteban ya que se había enterado de que estaba en los Estados Unidos, cómo iban mis estudios. Respondí una a una las preguntas. En algunas tenía casi la misma información que él, ya que con papá las vías de comunicación estaban prácticamente interrumpidas, por razones geográficas, políticas y emocionales.
Se interesó por el avance de mis estudios, me preguntó si estaba trabajando, a lo que le contesté que sí, que estaba dando clases. Recuerdo que percibí un pequeña sonrisa, vi como entrecerró los ojos, levantó una ceja, se inclinó hacia atrás, como queriendo observarme mejor y me invitó a que pasara mis ratos libres en su estudio.
Dije que sí, aunque me imaginé haciendo el café.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Voyage, voyage.

Era tradición que el regalo de mamá y papá para el cumpleaños número veintiuno consistiese en un viaje a Europa.
Durante años anhelé ese viaje. Soñaba despierta. Me imaginaba caminando por París. Cruzando un puente en Praga. Respirando a Gaudí en Barcelona. Viviendo la mitología en Grecia. Conociendo mis raíces en Lancanshire y en Roma.
Mi vida era una continua cuenta regresiva hacia mi viaje. Cada vez que cumplía años, no festeja que cumplía un año más sino que faltaba uno menos.
Y así transcurrió mi adolescencia, haciendo palitos en las paredes mentales, como un prisionero que cuenta los días tallando el muro que lo encierra.
Apenas recuerdo el regreso de Elsa, pero sí tengo presente el de Esteban y el de Magda. Recuerdo las fotos, la cámara Kodak, las postales. Recuerdo sus diarios de viajes, la emoción al relatar casi cada uno de sus días. Recuerdo el pelo largo de Esteban cuando llegó a casa después de cuatro meses de viaje. El color bronce en la piel de Magda. El brillo en los ojos. Sabía que había cosas que no nos contaban. Porque les resultaba imposible ponerlas en palabras.
Mi familia siempre tuvo una cierta fascinación por los viajes y no soy la excepción.

Pero, lamentablemente, nunca crucé el Atlántico.

martes, 24 de marzo de 2009

On my way

Comenté anteriormente que mi papá consideraba como hija menor a Magdalena, teniendo hacia ella el típico trato que se le imparte al benjamín o benjamina de la familia.
Posiblemente, esta conducta haya estado dada porque papá no tenía en sus planes mi existencia. Al menos ya no para el tiempo en que mamá quedó embarazada.
En los 20s los embarazos eran de por sí un hecho riesgoso, máxime si la mujer era mayor y mamá para los estándares de la época, ya era grande.
Según me contaron, papá puso el grito en el cielo cuando se enteró de que un cuarto y tardío hijo o hija estaba en camino.
Temió durante todo el embarazo que apareciera una complicación, y que la salud, que la vida de mamá se viera comprometida, y luego, al concluir el embarazo, temió que mamá muriese en el parto.
Creo que todo ese temor y espanto ante la posibilidad de perderla generó un cierto rencor hacía mí, aún cuando no existía. Y ese sentimiento de disgusto no terminó de desaparecer ni siquiera cuando nací y mamá salió ilesa del proceso.
Tal vez haya sido también éste un factor para que Magda, "la nena de papá", no estuviera contenta con tener una hermanita.
Los dos, por distintos motivos, habían resistido mi llegada.

lunes, 23 de marzo de 2009

Confesión de mujer de 80

El día que Elisa se casó estaba tan pero tan hermosa, que decidí que nunca podría casarme.

domingo, 22 de marzo de 2009

I'm not the mother of any of your parents.

No sé quién fue el ridículo o ridícula que inició la costumbre de decirle "abuelo" o "abuela" a toda persona mayor que se cruza en su camino.

Este forma de llamarnos, es muy común en colectiveros, taxistas, secretarias y enfermeras, y pienso que absolutamente despreciable.

Lo siento como un ataque a mi dignidad, muy similar al que siento cuando el empleado o empleada de un local me trata de tonta porque tengo el cabello cano y arrugas.

sábado, 21 de marzo de 2009

Cuando conocimos a Ignacio

Cuando Ignacio vino por primera vez a casa, pude notar la cara de pavor en papá. Mamá había quedado simplemente desconcertada. Y yo miraba la escena sin entender bien qué era lo que estaba pasando.
Recuerdo haber notado que papá estaba mordiendo muy fuerte porque podía percibir el movimiento de la mandíbula, cerca de las orejas. Y yo miraba sin poder comprender.
Ignacio era de esas familias que sólo tienen el apellido en su patrimonio. Su familia estaba en bancarrota desde hacía mucho tiempo, y él saltaba de trabajo en trabajo. Trabajos que conseguía gracias a la portación de apellido de prosapia.
La primera sensación que tuve fue estar algo atontada por lo buen mozo que era. Pensé que si llegaban a casarse, serían la pareja más espléndida de Buenos Aires y que sus hijos serían dignos de un figurín.
Pero como yo no abandonaba las esperanzas de que mi hermana se convirtiese en un ser humano mundialmente conocido, me dije que sería un lindo y corto noviazgo y no le di mayor importancia.

viernes, 20 de marzo de 2009

Sisterhood

Magda tenía la belleza de mamá, como así también su capacidad infinita para las ciencias humanitarias y un instinto infalible para la cocina. De papá había heredado el hoyuelo Parr en el mentón, una increíble inteligencia abstracta y una admirable determinación y seguridad de sí misma.
Magda era fascinante e intimidante. Yo me la imaginaba convirtiéndose en el próximo Premio Nóbel o como espía internacional. La creía capaz de cualquier cosa que se propusiese.
Obvio que no se lo dije nunca.
Hasta que un día me pareció absolutamente necesario.

jueves, 19 de marzo de 2009

Defensa del Consumidor

Me molesta mucho cuando los empleados de comercio me hablan como si fuera tonta. Soy vieja, sí. Estoy grande, lo sé. Pero eso no implica que mi coeficiente intelectual se haya esfumado.

Es una falta de respeto.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Las guerras médicas.

Hablé con Elsa por teléfono.
Tiene que hacerse varios análisis para ver qué es lo que le está pasando.
Las dos sabemos qué es lo que tememos, pero ninguna se anima a decirlo.
Como si no nombrarlo lo hiciese menos posible.

martes, 17 de marzo de 2009

Siblings: Magdalena

Magda y yo fundamos nuestra relación en un mutuo amor - odio.
Creo que ella contaba con ser la menor de la familia cuando se enteró que mamá estaba embarazada de mí.
Según lo que me contó mi madre, Magda manifestó su disconformidad en varias ocasiones verbalmente antes de mi nacimiento, y después, en muchas otras ocasiones, físicamente.
Primero, enfermándose continuamente. Más tarde, cuando yo era ya más grande, pegándome en cada oportunidad en que los mayores se descuidaban.
Creo que eso debe haber quedado grabado en alguna parte de mi subconsciente, porque desde que estuve en condiciones de dar pelea me vengué, sin saberlo, de todas las cosas que me hizo de bebé.
Digo que nuestra relación se fundaba en un amor - odio, ya que si bien vivíamos discutiendo, era imposible separarnos.
Cada día alejadas parecía eterno. Yo la extrañaba horrores.
Cuando fuimos creciendo, las peleas fueron espaciándose, aunque siempre tuvimos la capacidad de crispar los nervios de la otra con una sola frase.

lunes, 16 de marzo de 2009

Sobre Elsa

A Elsa la conocía cuando ya éramos las dos grandes.
Su esposo, Carlos, trabajaba en el mismo edificio que yo.
Un día que llovía torrencialmente ella fue con el auto a buscarlo al trabajo. Yo estaba en la puerta, esperando que menguara un poco.
Carlos subió al auto, pero el vehículo no arrancó. Carlos bajó la ventanilla y ella, casi acostada sobre él, asomó la cabeza y me preguntó hacia dónde iba.
Le indiqué hacia dónde mi dirigía y ella me invitó a subir Me dejaron en la puerta de casa. Charlamos un poco durante el viaje y en la puerta del edificio.
A la semana, Elsa golpeaba la puerta de mi oficina y me preguntaba si quería ir a tomar un café. "Sólo si me dejás que te invite", le dije.
Ella aceptó y desde ese día somos amigas.

domingo, 15 de marzo de 2009

Lamentablemente, es cierto eso de que los años no vienen solos.

Hoy, Elsa, mi amiga del té de lo domingos, me dijo en voz baja - mientras Lorenza e Inés debatían sobre seguir utilizando Woolite o probar una nueva marca - que se está olvidando de las cosas, que se desorienta, y que este martes tiene turno con el médico.

Las masitas secas me quedaron a mitad del camino, cerca del corazón.

sábado, 14 de marzo de 2009

"Don't bother me anymore. And don't call me sugar"

Debo haber visto "Gone with the wind" ("Lo que el viento se llevó"), más de veinte veces. Sin exagerar.
La vi el día de estreno en Buenos Aires, y volví a verla en el cine unas seis o siete veces más.
Y luego, a lo largo de mi vida, la vi siempre que pude en televisión.
Y hace unos años, Juana, una sobrina nieta por parte de Esteban, me regaló el DVD.

Si no la vieron, quizá este sea el momento.

viernes, 13 de marzo de 2009

De cómo llegué hasta aquí.

Sólo hay una persona en la familia que sabe de este blog: Matías.
Matías es mi sobrino bisnieto (bisnieto de Elisa), tiene diecinueve años y pasa de vez en cuando por casa.
Está estudiando Licenciatura en Letras y disfruta de venir, tomar un café, charlar un rato, revisar la biblioteca y llevarse algo para leer. Al menos, quiero pensar que lo disfruta.
La última vez que estuvo en casa, me reveló que tiene un blog. Que lo que escribe lo va publicando allí. Me dijo que sólo yo sé sobre la existencia de ese sitio.
Debo decir que me llenó de alegría que me eligiera como curadora de su secreto. Y me llenó de orgullo ingresar al sitio y leer sus escritos, que son de muy alta calidad. Y no creo que opine eso porque soy su tía bisabuela.
Y luego me preguntó "Tía, ¿no te gustaría tener un blog?", y mi primera reacción, fue la reacción típica de alguien de casi ochenta años: "¿A esta edad tener un blog?". Eso fue lo primero que se me vino a la mente.
Pero luché contra esa autolimitación que una se va imponiendo a medida que van pasando los años, y le dije "¿Y te parece que podría manejarlo sola? ¡No tengo idea de blogs!"
El me dijo que no me preocupara, que él me iba a ayudar. Que era una pavada.
La verdad es que, si no me hubiese ayudado armarlo, jamás lo podría haber hecho sola. Ni se me hubiese ocurrido.
Y eso que vengo leyendo blogs hace rato.

jueves, 12 de marzo de 2009

Parents

La relación con mis padres no fue mala. Tampoco fue fácil.
Si bien disentían en algunas cuestiones, ante nosotros se presentaban con un bloque. Como podrá notar el memorioso, había en casa dos bloques.
La patronal y nosotros. "Nosotros", mis hermanos y yo.
Mis padres tenían para cada uno un paquete de requisitos y expectativas, ideado y hecho a medida.
Y eran bastante inflexibles.
Mi madre había sido perfecta, por decir poco. Hermosa, inteligente, culta, buena cocinera, buena esposa. Todo parecía saber y hacer a la perfección. Y no esperaba menos de nosotros. Quizás haya sido tan exigente porque creía que teníamos el potencial para ser como ella, o incluso superarla. Quizás la razón de sus reproches fuera que no podía aceptar que no pudiéramos o quisiéramos ser como ella.
Mi padre, ideólogo de los paquetes que antes mencioné, diferenciaba a cada uno, y creía detectar nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades, así que la exigencia nunca era igual para todos en todo momento.
Sin duda, en quién tenía puestas todas sus expectativas, en contra de la tradicional mochila del primogénito, era en Magdalena.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Siblings: Esteban

Esteban tenía ocho años cuando nací, por lo que la actitud celosa que me dijeron que tuvo con Magdalena, conmigo no apareció.
Me incluyó - cuando pudo - en sus juegos, me dejó que participara de sus experimentos. Me dijo "nena" incluso cuando ya éramos adultos.
Esteban era el único rubio entre las hermanas morochas, lo que siempre fue motivo de mofa. "El gringo de la familia", solía llamarlo mi tío Alejandro.
Si mi hermano no hubiese sido el vívido retrato de mi abuelo Julio, el papá de mamá, mi padre, seguramente hubiese sospechado.
Esteban era mi ídolo, mi héroe. Montaba a caballo como yo nunca sería capaz. Usaba pantalones como yo siempre deseaba. Volvía a casa embarrado, después de una tarde aventuras. Se trepaba a los árboles. Se escondía en la quinta abandonada. Intentaba fabricar un avión.
Yo lo esperaba ansiosa esas tardes en las cuales me vedaban la salida. Y él volvía y mientras mamá le insistía para que por favor se bañase, él me contaba con lujo de detalles lo que había hecho.
Si me parece verlo ahora diciéndome "¿No te imaginás, nena, el susto que nos dimos cuando Carloncho quiso probar el avión desde la terraza de su casa! ¡Te juro que pensé que se moría!"
Yo solía escucharlo fascinada.

martes, 10 de marzo de 2009

Confesiones de la llamada tercera edad.

Quizá nadie de mi edad se atreva a confesarlo, temiendo las posibles consecuencias de esta verdad, pero:

Muchas de las personas "mayores" no necesitan el asiento que se les cede en el subterráneo o en un ómnibus.

lunes, 9 de marzo de 2009

Siblings: Elisa.

Elisa nació casi doce años antes que yo. Y fue esa diferencia de edad la que hizo que tuviera un trato preferencial hacia mí.Si Esteban o Magdalena hubiesen hecho un décimo de lo que yo hice, posiblemente hubiesen terminado con heridas de guerra.
Elisa era impaciente e intolerante, pero conmigo su paciencia y tolerancia podían ser infinitas.
Soportaba que casi todas las noches me escabulliera en su habitación, me trepara en su cama y reclamara historias.Y ella era la perfecta contadora de historias. Me hacía un lugar, me abrazaba de manera tal que mi cabeza quedaba apoyada en su pecho, y me contaba todo tipo de aventuras.Su repertorio era infinito.Y nunca me leia. De esa hermosa cabeza nacían todas las noches nuevos personajes, se dibujan nuevos escenarios, se fundaban nuevos países, aparecían nuevos animales.Yo la escuchaba en extremo silencio, interrumpiendola sólo para pedir -ocasionalmente - detalles más minuciosos.Todos los personajes tenían su personalidad, su voz, su historia. Cobraban vida delante de mis ojos cada noche.
Cuando estaba por dormirme, ella me acompañaba hasta mi habitación. Otras veces, me quedaba dormida y amanecía en mi cama. Lo mejor, era cuando me dejaba dormir con ella. Especialmente, cuando la historia había sido de suspenso.

domingo, 8 de marzo de 2009

Domingo

Un domingo en mi vida implica:

- levantarme temprano e ir a desayunar a algún café cerca de casa. Voy rotando para no aburrirme.- volver a casa y revisar los mails.

- leer las noticias más relevantes.

- prepararme algo para almorzar.

- lavar los platos.

- si el día está lindo, abrir el ventanal que da al balcón, y sentarme allí a leer un poco.

- si el día está nublado, me voy al cine, aprovechando que a la hora de la siesta las salas están prácticamente vacías.

- si llueve, duermo la siesta.

- a eso de las cinco, me reúno con Elsa, Inés y Lorenza a tomar el té y comentar nuestra semana. El lugar de reunión se acuerda durante la semana. Puede ser en la casa de alguna, o en algún bar. Si nos reunimos más tarde, cambio el té por una cerveza. Especialmente, en verano.

- una vez de nuevo en casa, reviso los mails, y escribo este post.

- más tarde, si tengo aún algo de hambre, me prepararé un sandwich o comeré lo que sobró del mediodía.- miraré un poco de televisión.

- pondré música mientras lavo los platos.

- si no tengo la vista cansada, quizás lea o escriba un poco, hasta que me canse

- y me vaya a dormir.

sábado, 7 de marzo de 2009

Introducción a la Tecnología (continuación).

Unos días después vinieron los muchachos del proveedor de internet a hacer la conexión.Volvió Julia (sí, se llama igual que yo) y me hizo una cuenta en topmail. Elegí una contraseña, me explicó cómo enviar un mail, cómo leer los que había recibido y cómo abrir las fotos adjuntas que planeaba enviarme desde Brasil.En un cuaderno, iba tomando apuntes de todo lo que me decía.Me enseñó a usar el procesador de textos y me indicó todas las ventajas que tenía en comparación con mi añeja máquina de escribir.Me dijo que comprara una impresora, y que donara la Remington a un museo. A pesar de que me lo dijo con humor, de una manera afectuosa, recuerdo que me dolió un poco el comentario. Sentí que me estaba diciendo 'vieja' en la cara.Y en contra de todas las predicciones, en seguida entendí el ritmo de la computadora, de internet y de Windows.Más o menos para el momento en que Julia, Carlos y los chicos se subían al avión en Ezeiza con dirección a Recife, previa escala en San Pablo.

viernes, 6 de marzo de 2009

La Señora

Sé que todos tienen el preconcepto de que a todas las jubiladas* nos gusta la Señora Mirtha Legrand.
Dejenme decirles algo:
NO.


*
voy a volver sobre este término insidioso.

jueves, 5 de marzo de 2009

Siblings

Soy la menor de cuatro hermanos.
Posiblemente ser la menor haya tenido en su momento grandes ventajas. Pero no puedo dejar de notar sus desventajas.
Como ventajas tuve: los abrazos casi maternos de Elisa, la mayor; la protección incondicional de Esteban; la compañía continua de Magdalena y la impunidad casi absoluta que sólo el hermano menor puede entender.
Los tres actuaban como un escudo protector ante los reproches de mi madre y los retos de mi padre.
Y aunque los tres despotricaban ante mi asedio continuo, mis travesuras constantes y mi desorden habitual, ninguno podía enojarse conmigo.
Y yo lo sabía. Y me aprovechaba.
Sin dudas tuve la infancia más feliz y plena de los cuatro. Todo parecía conspirar a mi favor.
Hasta que crecí y las cosas no fueron tan fáciles.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Allá a lo lejos

Nací hace casi ochenta años.
Cuando no existían las computadoras.
Cuando las mujeres no votaban.
Cuando formar una familia era el destino casi ineludible de toda mujer.
Cuando algo como la televisión era inimaginable.
Cuando recién empezaba a nacer el cine sonoro.
Cuando The Beatles era tan sólo el nombre de un insecto.
Cumpliré ochenta dentro de unos meses.
Sí, soy optimista.

martes, 3 de marzo de 2009

Introducción a la Tecnología.

Mi primer contacto con internet fue cuando mi sobrina Julia estaba organizando su mudanza a Recife, Brasil.
Llegó una mañana a mi departamento con Carlos, su esposo, y me dijo "Tía, hoy es el día en que te actualizás y te haces amiga de la tecnología".
La miré un poco descreída. Miré a Carlos que me sonreía entre las cajas que apenas podía sostener.
Entre los tres ubicamos las cajas en el rincón del living donde estaba - y está - mi escritorio, y Carlos empezó a desembalar.
Vi surgir lo que para mí era como un televisor, un teclado que nada tenía que ver con mi Remington, y un par de cosas más que no tenían ninguna utilidad visible para mí, y un montón de cables.
Los hijos de Julia habían intentado en varias oportunidades mostrarme su computadora y yo me había negado. No sé bien por qué. Supongo que por miedo. Y ahora tenía una en mi escritorio.
La máquina de escribir fue desplazada a un estante del bargueño, y esa misma tarde tuve mi primera introducción al D.O.S. y a lo que era entonces el Windows 95.